A veces se me olvida que sigo viva. Me pregunto qué pasaría si el respirar pasase a ser un movimiento consciente del cual me tuviese que encargar día a día. Quizás me habría rendido a la primera de cambio. Llega un momento en el que respirar mas o menos no influye. A mi el oxígeno no me da la vida. Me la das tú. Y tú nunca estarás conmigo.
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