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lunes, 4 de marzo de 2013

Gris.

El cielo está gris. Sopla levemente el viento, mientras camino sin un rumbo fijo por esta pequeña ciudad. Sopla el viento, y dejo que revuelva mi pelo, porque tú ya no lo haces. Frío. Frío gélido dentro de mi cuerpo, que me cala los huesos, que me cala el corazón. Frío. Frío porque te has ido. Frío en la calle. Frío. 
Sigo caminando, sin sentido. Me dejo guiar por mis pies. Corazón y mente perdidos y heridos. Se empieza a nublar y empieza a llover. Mis ojos. Tus ojos. Lloran. Lloro. Camino. Y otra vez ese frío gélido. Un corazón que late, herido, como puede. Una lágrima cae y recorre sola mi mejilla. Sola. Caminado sola por la calle. Oigo crujir. ¿Será mi corazón intentando latir a pesar del hielo y la escarcha? Camino. Pisando las hojas secas caídas de los árboles, que hace tiempo, eran hermosos y llenos de hojas. Debajo de los cuales, nos sentábamos, parábamos nuestro tiempo y veíamos la vida correr. Corro. Desesperación. 
El ritmo se acelera, la sangre fluye. Me detengo y un pequeño respiro. El humo que sale de mi boca. Vacío. Lento. Lento. Lento. Y una pregunta, siempre una pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué ? ¿Por qué nosotros?
...


1 comentario:

Lalal dijo...

Nueva en tu blog.
Que entrada bellísima. Bien, es triste, es sensible, es profunda. No hay nada más doloroso que caminar en silencio, con el corazón partido y sentir el vacío, la ausencia intensificada de esa persona que anhelamos.